18 de marzo de 2012

Capítulo 14: Sangre azul.

Su mente comenzó a proyectar en su cabeza un cortometraje perfecto lleno de recuerdos de un mismo día.

“Jane estaba en la cocina preparándose la cena, como tenía por costumbre nada más llegar del conservatorio, salvo algunas veces en las que esa comida del día le sobraba por completo.

Mientras picaba cebolla, el cuchillo afilado, que se deslizaba rápido entre el alimento y sus dedos, rozó sutilmente la piel de Jane, haciendo que gotas de sangre comenzasen a precipitarse sobre la tabla de madera en la que cortaba. Sus ojos no comprendían lo que en ese momento humedecía sus dedos y se deslizaba con rapidez hasta impactar contra el suelo.

El cuchillo dio un golpe seco en las baldosas tras caerse de sus manos.

-Esto, esto… no… es imposible

Con la mano libre exenta de sangre cogió del bolsillo izquierdo de su pantalón el móvil. Marcó con torpeza el número de su padre, este, respondió al segundo intento.

-¡Papá!
-¿Qué ocurre?
-Es…es posible que… - no pudo terminar la frase. Cualquier dato actual hubiese negado por completo lo que estaba pasando.
-Jane… dime que ocurre por favor – William comenzaba a alterarse al otro lado de la línea.
-Me he cortado haciendo la cena.

Su padre se mantuvo en silencio esperando el porqué de tanto nerviosismo y preocupación.

-Mi sangre… Mi sangre es azul papá.
-¿Te has tomado la medicación?
-No lo sé papá, sabes que suelo ser escrupulosa con las tomas, pero no puedo asegurarte nada ¿Qué pasa?
-No importa. Tómatela. 2 cápsulas.
-¿Qué ocurre? ¿Por qué la tengo azul? – insistía cada vez más nerviosa.
-No te preocupes por eso ahora. Es por la enfermedad crónica. Si te tomas la pastilla todo volverá a la normalidad. Pero sé rápida.
-¿Y si no lo soy?
-Debes serlo. – hizo una pequeña pausa para coger aire. – si no tendrás que ingresar en el hospital.

Ni siquiera colgó el teléfono, corrió hacia las escaleras y las subió lo más rápido que pudo. En la habitación rebuscó en su mesilla. Allí estaban. Unas pastillas color púrpura latían ante sus ojos. No lo dudó un segundo. Presionó una de las cápsulas del paquete y la pastilla, rompiendo el papel plateado, cayó en su mano; a continuación, haciendo lo mismo, sacó la otra. Se las metió en la boca y bebió un largo trago de agua en el lavabo de la habitación.
Algo más tranquila bajó las escaleras hasta llegar de nuevo a la cocina. La llamada se había cortado. Llamó de nuevo a su padre y tras unos minutos de conversación le dijo que se acostara y durmiese todo lo que pudiese.

Despertó un día y medio después completamente aturdida. Apenas recordaba lo que había pasado.
Unas marcas azules aún secas entre sus dedos hicieron que se diese cuenta de que no había sido un sueño, que no había sido producto de su imaginación. Incluso el corte había desaparecido dejando una pequeña cicatriz, algo que no acababa de comprender ya que había pasado muy  poco tiempo. Sin embargo, el caos que la envolvía le confirmaba que todo había sucedido.

Su sangre era azul si no tomaba la medicación, pero no acababa de entender el por qué.”

Volvió a leer el fragmento del libro que había provocado el resurgimiento de aquellos pensamientos, tan lejanos unos minutos atrás.

Se arrancó una pluma blanca de belleza infinita, y con la punta, rasgó su blanca piel hasta que está comenzó a llorar lágrimas azules.”

Volvió a releer un fragmento algo anterior, de las primeras líneas.

“La sangre azul recorría con prisa y fuerza sus venas”.

-Es… es imposible.

En ese momento, mientras su cabeza daba vueltas a terrible velocidad, picaron a la puerta. El libro salió disparado al suelo por el sobresaltó.

-¿Sí?- dijo mientras, con delicadeza, recogía el libro del suelo y volvía a la cama. – Adelante.
-Soy yo. – Iris tenía el rostro totalmente demacrado. Parecía haber llorado durante largas horas, con grandes bolsas bajo los ojos y ojeras amoratadas. No hacía tanto que la había visto. Apenas unas horas. Sus labios temblorosos hicieron inevitable que inmediatamente comenzase a preocuparse.
-¿Iris…? ¿Te… ¿Te encuentras bien?

Se acercó a la cama con las pocas fuerzas que le quedaban. Se derrumbó finalmente en el sillón apoyando su cabeza en el borde. Jane le acariciaba la cara para tranquilizarla.
Tras unos minutos de silencio la cogió de la mano y le hizo la pregunta que llevaba tanto tiempo evitando. Esa que se le atragantaba, que se le quedaba atascada en mitad de la garganta.

-¿Qué pasa?
-Jane… Es… Es tu padre.
-¿Qué le ocurre a mi padre Iris? ¿Qué? ¿Qué le pasa? – los nervios la bloqueaban, sólo tenía ganas de llorar. 
Algo le decía que las cosas iban demasiado mal.
-Lleva días en coma pero cada vez está peor.

Jane acababa de quedarse paralizada. Apenas podía mover los músculos de la cara para asentir levemente.

-No creen que pueda despertar.

A la mierda La Resistencia, la sangre, la medicación, los vengadores, y las cenas… A la mierda todo. Sólo tenía ganas de gritar, de pegarle puñetazos a todo aquello que asomase a su vista… Pero sólo pudo llorar mientras miraba al vacío.

2 comentarios:

  1. Puff!! Tengo los pelos de punta... literalmente!!

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  2. Jolín!! Muchísimas gracias, imagino que eso es bueno jajajaja
    Si a todos mis lectores les pasa lo mismo (siendo para bien) estoy de enhorabuena jajajaja.
    Muchas gracias por leerlo, me alegro de que te esté gustando.
    La verdad es que tengo muchas ganas de desvelar episodios y subir muchos capítulos. Tengo muchas ideas en mente y no veo la hora de que las leáis y opinéis.
    Un besito! :)

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